En la mayoría de los casos un fotógrafo amateur siempre preferirá un lente de distancia focal variable (ej. 18-105mm) por sobre uno de distancia focal fija (ej. 50mm), ya que el primero le proporcionará un amplio y variable campo visual, el cual le permitirá experimentar miles de encuadres sin tener que moverse del lugar. Por otro lado, el de distancia focal fija tiene varios puntos en contra, como por ejemplo, el hecho que no tenga zoom hace que el fotógrafo deba estar en movimiento constante, ya que para cambiar su encuadre deberá acercarse y alejarse a la escena de forma reiterada. Además, por mucho que éste se mueva, nunca podrá igualar el campo visual de un gran angular o teleobjetivo, salvo que el lente tenga justo ese valor específico de distancia focal fija.
Otro punto que juega a favor de los lentes de distancia focal variable, es su portabilidad, es decir, la comodidad para transportar un único lente -puesto en la misma cámara- sin tener que sacarlo, versus tener que transportar varios lentes de distancia focal fija, y al mismo tiempo, armarse de paciencia al tener que cambiarlos una y otra vez de acuerdo al encuadre elegido, y teniendo sumo cuidado con no ensuciar el sensor de la cámara al momento de retirar el lente, lo cual es todo un tema.
El lado bueno que tiene el lente de distancia focal fija es que, en compensación del zoom se puede obtener una mayor apertura. Y esto se traduce, no solo en que podemos lograr una menor profundidad de campo (es decir, lograr ese maravilloso desenfoque típico de retratos) sino que además podemos mejorar la calidad de las fotos, y esto se debe a que para fabricar lentes con grandes aperturas se requieren cristales de muy buena calidad, y como consecuencia de esto, nuestras fotos tendrán una mayor calidad, y esto sí que hace una gran diferencia. No olvides que las fotografías con mayor calidad se hacen con lentes de distancia focal fija.
Según la mayoría de los fotógrafos el mejor lente es el 50mm F/1,4. Es algo caro, pero créame que será la mejor inversión.
